Por Trinidad Prado Fernández-Baca
Hace más de tres años que practico EFT. La persona que me lo descubrió fue María José Salmerón; con ella traté las secuelas que me había dejado el ingreso en el hospital de uno de mis hijos.
Hubo muchas aristas en aquel episodio que tocaron mis cimientos y comprobé el efecto revelador de ir desgajando las circunstancias que rodearon aquellos días y cómo iba cambiando mi punto de vista sobre ellas. Me sentía cada vez más despierta, más comprensiva y más conectada conmigo misma y, por fin, con mi presente.
Llegamos al punto de poder perdonar a los personajes que conformaron aquella película, incluso perdonarme a mí misma.
En cierta ocasión llevé a mi hijo mayor al que encontraba muy bloqueado y no conseguía averiguar qué problema había detrás. En la sesión descubrí el miedo atroz que él había sentido viendo una película que, bajo su perspectiva, era aterradora. Mi hijo salió de allí con otro semblante, con otro humor y comprendiendo cuánto de agobiado había estado por aquello. El bloqueo simplemente pasó. Esto me hizo pensar que había llegado el momento de usarlo en mi escuela, con mis alumnos. Mi vocación y profesión es ser maestra de audición y lenguaje, y siempre he sentido que la educación emocional es el camino por descubrir en nuestro sistema educativo, y estoy formándome en este sentido desde que trabajo. Desarrollo mi trabajo en una escuela de educación compensatoria de Vélez-Málaga; algunas familias que llevan sus hijos a mi colegio son desestructuradas y con un nivel socioeconómico bajo.
En mi día a día llevaba tiempo observando cómo los alumnos que los tutores creían tener un rendimiento por debajo de la media, cuando la psicopedagoga le pasaba las pruebas de evaluación, daban resultados aceptables, por lo que su bajo rendimiento no se debía a su falta de inteligencia. La hipótesis, después de ver el resultado con mi hijo, fue la siguiente: si el niño no está bien emocionalmente, vive un estado de alerta en algún sentido y esto no le permitirá aprender con soltura de modo que, si deshacemos los problemas emocionales que los bloquean, estos alumnos aprenderán más fácilmente.
Mi desempeño profesional en el colegio era ventajoso para probar el tapping; puedo dedicarles un tiempo más personalizado y coincide que la mayoría de los alumnos que atiendo son aquellos cuyos tutores no se explican cómo, costándoles tanto esfuerzo aprender, no salen en los test de inteligencia con malos resultados. Empecé a trabajar añadiendo tapping a mi programación tímidamente, primero con los alumnos que tenía clarísimo que tenían enfado, rabia o miedo, el resultado empezaba a notarse. Niños que estaban completamente bloqueados y ese día no eran capaces de empezar siquiera un ejercicio, empezaban con un “no me creo capaz…” y, en dos segundos aparecía un enfado enconado contra algún amigo, con su familia o consigo mismos, continuaba con el tapping hasta que se iban resueltos, trabajando mejor y habiendo perdonado la afrenta.
Pasaron algunos meses en los que seguí aplicando mis conocimientos de EFT en estos alumnos, pedía asesoramiento a Maria José y continuaba; esto provocó que mis compañeras del colegio quisieran saber cómo era esa técnica que yo hacía con los niños.
Otra cosa curiosa que comenzó a suceder era que los alumnos que ni siquiera eran de mi lista y tenían algún agobio, llamaban a mi puerta y preguntaban si podían quedarse un ratito. Yo estaba asombradísima. Lo mejor era que no tenían por qué contarme detalles. Siempre me ha dado mucho respeto saber intimidades de sus vidas; era el método adecuado a ese pudor mío y a los posibles reparos de ellos.
Cuando le conté a Maria Jose lo que estaba ocurriendo, me propuso venir a dar una charla sobre EFT al colegio. Tenía que ser en vacaciones. Dudé de que fuera a tener aceptación, la verdad.
Las compañeras que habían estado en contacto conmigo durante el trabajo ya realizado rápidamente se apuntaron y, además me pidieron que se lo ofreciera al claustro entero. Era final del curso 2012/13, expliqué sucintamente al resto de maestros lo que me proponía con el tapping. Encontré todo tipo de reacciones, como era de esperar ante esta técnica tan novedosa; cual sería mi sorpresa al día siguiente, cuando quise concretar el número de personas que seríamos en la charla, se apuntaron prácticamente todos los miembros del colegio.
Llegó el día, era en nuestras vacaciones, que puedo asegurar que estábamos deseando tomarlas, sin embargo allí estábamos todos y algunos familiares y amigos. Fue genial. De allí salimos con el propósito firme de pedir al centro de enseñanza de profesores de la Axarquía que nos dieran un curso de más horas para poder tratar EFT más profundamente.
Cuando llegó septiembre, el interés continuaba y me vi en el deber moral y con la ilusión de encargarme de gestionar ese curso que pedíamos. El director me ayudó, sin embargo, la acogida en el centro de enseñanza de profesores (CEP) fue en un principio fría y, de hecho, su primera respuesta fue negativa en cuanto al curso. Su propuesta era que si queríamos formación teníamos que hacer un grupo de trabajo. Esto es una investigación en la acción en la que los objetivos han de ser novedosos y los integrantes del grupo tenemos que poner en práctica aquello que propongamos. Pues bien, tal y como el CEP quería presenté el proyecto; en él pedíamos las 8 horas de formación con María José, por si ellos no tenían a nadie de sus ponentes habituales que pudiera darnos esa formación; también pedimos permiso al consejo escolar. La cosa venía de cara. Me lo aceptaron tanto el CEP (con la ponente que yo proponía) como el consejo escolar (en este caso debo decir que no es una desventaja que mi colegio sea de educación compensatoria, pues los padres que están implicados con el centro son muy abiertos y con ganas de hacer cosas para mejorarlo).
Mi proyecto tenía el apoyo de los maestros, de los padres y el respaldo de la institución. Pronto empezaría nuestra investigación.
En octubre de 2013 empezó a funcionar nuestro grupo de trabajo: EFT en la escuela.
Gracias a la implicación de mis compañeras y compañeros, que con su forma de ser abierta e innovadora, hemos seguido desarrollando este trabajo todo el curso 2013-2014. Buscábamos básicamente tres objetivos fundamentales:
– Mejorar el reconocimiento de las emociones.
– Influir positivamente en el clima del aula.
– Mejorar la disposición al aprendizaje.
Lo primero que hicimos fue crear la forma para facilitar el acceso a construir la frase preparatoria, usamos emoticonos, los niños señalaban una carita, en gran grupo, cada uno la suya, y se hacía tapping cada uno en su tema, o quien se encontraba contento le pedíamos que acompañara en el tapping para los que no estuvieran tan bien. Con los más pequeños comenzaron las tutoras enseñando al ritmo de una canción los puntos del tapping. Más adelante, los niños iban contando si tenían algo que los tuviera molestos y toda la clase hacía tapping para que ese malestar del compañerito desapareciera. El grado de empatía iba creciendo velozmente y los más pequeños se hacían tapping entre sí. Algunas veces, cuando había algún alumno con una emoción muy fuerte que requería de más atención, se llevaba un poquito aparte a que siguiera haciéndose tapping con tranquilidad, con un poco de ayuda mía o de su maestra. Cuando no eran capaces ni de hablar, hemos usado lápices de colores, le hemos pedido que elijan uno y así han sentido la emoción; ha servido también. En los actos colectivos del colegio, hemos acabado haciendo tapping toda la comunidad educativa, por ejemplo para la Paz. El efecto ha sido tan bueno… es como si de verdad la paz estuviera con nosotros; tanto, tanto, que nadie tomó esos momentos en video porque estábamos absolutamente inmersos. Muchas veces se ha usado en los recreos para resolver conflictos entre los alumnos y han llegado a comprenderse los rivales más feroces. Gracias al tapping se han levantado castigos al notar un cambio muy profundo en la perspectiva del alumno castigado y de los maestros que estaban a su cargo. Han sido muchas las situaciones y variadas. De forma individual, de forma colectiva, en pequeño grupo, en pares de amigos enfadados, para ayudarlos a ir a la clase de natación, para ayudarles a afrontar juegos de reglas en los que pueden perder… Hay mucho que contar.
El apoyo moral y asesoramiento de María José ha sido valiosísimo, así como la actitud curiosa y sin prejuicios de nuestros alumnos y alumnas que están aprendiendo a sacar partido a la herramienta que les hemos proporcionado. Con la tutela de nuestra asesora del CEP le hemos podido dar este carácter investigador en el cual nos propusimos aquellos objetivos y fuimos desarrollando la manera de conseguirlos.
Málaga 12 de agosto de 2014