Rosa Farré aplica EFT en la calle para calmar un niño histérico
Por Rosa Farré
El día 6 de febrero, sábado, estaba en casa y de pronto sentí la necesidad de mi corazón de salir a la calle. Aproveché para ver si hacía falta algo de compra y me fui. Acostumbro hacer caso de estas llamadas, porque me demuestran que luego pasa algo, aunque no sepa de qué pueda tratarse.
El sábado hay en el centro de la población donde vivo un mercado popular, que se vende ropa, alimentación, artesanías, etc. Había mucha gente.
Subía por la izquierda de la calle principal. Después de andar un rato y no pasar nada, vi una pareja con una niña de unos 4 o 5 años aproximadamente y un niño en el suelo como en una crisis gritando y agrediéndose. Me acerqué, era fácil disimular ya que había gente y podía pasar desapercibida.
Los transeúntes preguntaban y les decían si querían, llamarían a urgencias médicas, pero la mujer decía que el niño estaba loco (8 o 9 años). El hombre le decía que no dijera esto, que le estaban medicando para ello.
Yo hacía ho’oponopono con el niño y parecía que se ponía peor, más agresivo.
En las dudas de qué hacer, me lanzo y me acerco. Les pregunto si permiten que le haga un masajito al niño que le calme. No me contestan y me acerco al pequeño; éste, al verme, cruza los brazos encima de su cara, apartándose de mí, como si le cegara una luz o algo así.
Le comento que le haré un pequeño masaje en unos puntos de la cara que le tranquilizarán, pero está demasiado ocupado, tirado en el suelo y moviendo brazos y piernas a un lado y otro y dándose con la cabeza en la pared y el cristal…
Empecé por el punto que pude tener acceso, el de la ceja:
CE: Estoy tranquilo
LO: Estoy en calma
BO: Mis padres me quieren
BL: Mi madre me quiere (aquí se calma de golpe y se relaja de forma evidente)
PK: Todos me quieren…
Se abandona totalmente relajado y la cabeza le cae sobre el hombro derecho.
La niña me miraba, con los ojos como platos, sin parpadear.
Aprovecho para seguir en el punto de la coronilla: El universo me Ama; mientras me lo acerco para disimular mis palabras y le doy un gran abrazo con todo el amor de que soy capaz.
De golpe se incorpora sentado en el suelo y dice ¿Dónde estoy? La mujer se lo dice y luego ¡¡¡¡¡ ¿Donde están mis trenes? !!!!!!!
Se toca la cara porque se ha dañado y le sale sangre, ¿qué me ha pasado? Yo le digo que se ha dado un pequeño golpe, que no pasa nada, no tiene importancia, que todo está bien…
El niño se levanta y se van… no me preguntan qué he hecho, nada, parece que… estén huyendo, como avergonzados por la gente, supongo. Les llamo y les digo que si quieren aprender la técnica para ayudarlo que se lo puedo enseñar, que en los centros de herbo-dietética del pueblo me conocen, que mi nombre es Rosa… pero siguen sin prestar atención.
Rosa Farré
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