Son muchos los casos en los que EFT ha conseguido aliviar los síntomas de autismo. A continuación, incluimos el caso de Victoria Deasy, quien afirma: «Tras la primera ronda, estaba algo mejor, pero fueron necesarias dos rondas más para calmarlo por completo. No podía pedirle que valorara su nivel de intensidad, porque no habría comprendido lo que le pedía. Sin embargo, en ese momento, sonreía, miró la mano de su madre, como si todo estuviera bien, la abrazó con alegría, y se le veía completamente satisfecho.»
Por Victoria Deasy
Hace cerca de año y medio que utilizo EFT conmigo misma, con mi familia y amigos, y aprendo también muchísimo de los boletines. Voy a comprarme los DVDs para aprender aun más.
Sé que Gary aconseja utilizarlo con cualquier cosa, pero a menudo EFT no es mi primera opción, y luego me sorprendo a mí misma al constatar que PUEDO emplearlo. En cualquier caso, estoy mejorando. He obtenido excelentes resultados conmigo misma (el más destacable es que han cesado por completo mis crisis de SII, Síndrome del Intestino Irritable); con mi hijo adolescente (para disminuir sus ataques de ira); y con mis amigos (para el dolor de espalda y las migrañas).
Sin embargo, el caso del que estoy más orgullosa tuvo lugar recientemente, con uno de mis estudiantes. Enseño a niños sordos (terapia auditiva personalizada) y a menudo tengo estudiantes con otras discapacidades. Uno de ellos, un chico de diez años al que llamaremos «Billy», es sordo y autista. Cuando empezó, no hablaba ni se comunicaba de forma alguna, y solía pasarse la mayor parte de las sesiones golpeándose la cabeza con el suelo o la mesa. Durante estos años, ha hecho enormes progresos, y ahora se muestra muy participativo y habla empleando cadenas de palabras y frases. Ya casi nunca manifiesta problemas de conducta.
Pues bien, un día su madre y él llegaron pronto a la sesión y se pusieron a jugar en la sala, mientras me esperaban. Entonces, Billy aplastó accidentalmente la mano de su madre entre dos pesadas sillas. Su madre gritó de dolor, lo que alteró considerablemente a Billy. Cuando les hice pasar a la sesión, la madre estaba angustiada y Billy, prácticamente inconsolable. No le resultaba de ayuda ver el dolor reflejado en el rostro de su madre y cuando le dimos hielo para la mano, Billy se puso aún peor.
Intentamos hacerle comprender, empleando un lenguaje que sabíamos que podía entender, que había sido un accidente y que su madre ya se encontraba bien. Billy no dejaba de repetir «lo siento» y «no soy un matón» (había aprendido en la escuela el concepto de acoso escolar recientemente). Se frotaba los ojos constantemente con las palmas de las manos, en un intento desesperado de no llorar. Hacía muchísimo tiempo que no veía al chico reaccionar así.
Intenté distraerlo con juguetes de la lección, pero nada funcionaba. Simplemente no podía evitar obsesionarse con la mano de su madre. Finalmente, me di cuenta de que la lección no nos llevaría a ningún lado. Iba a darme por vencida, cuando pensé en EFT (¡duh!). Le pregunté a la madre de Billy si podía probarlo (ya conocía la técnica, pues le había hablado al respecto con anterioridad), y estuvo de acuerdo.
Empecé haciendo tapping en el punto de karate; la madre me imitó y, mira por dónde, el chico, que es tan distraído, empezó a imitar a su madre. Utilicé la siguiente frase de preparación, como si fuera Billy:
Aunque estoy muy disgustado por haberle hecho daño a mi mamá, no era mi intención, ha sido sólo un accidente, y sigo siendo un buen chico.
Entonces, hice una ronda estándar de EFT, haciendo tapping en todos los puntos, incluidos los dedos, con frases recordatorias como las siguientes: Soy realmente un chico amable y cuidadoso, nunca le haría daño a nadie a propósito, lamento todo esto, puedo calmarme, todo ha terminado ahora y puedo dedicarme a hacer otras cosas, mi mamá está bien ahora, soy un buen chico y mi madre lo sabe, ella me quiere pase lo que pase…
Tras esta primera ronda, estaba algo mejor, pero fueron necesarias dos rondas más para calmarlo por completo. No podía pedirle que valorara su nivel de intensidad, porque no habría comprendido lo que le pedía. Sin embargo, en ese momento, sonreía, miró la mano de su madre, como si todo estuviera bien, la abrazó con alegría, y se le veía completamente satisfecho. Retomamos su lección, ¡y creo que fue una de las mejores y más productivas que hemos tenido! (Con el permiso de su madre, vamos a emplear EFT en cada lección para ayudarlo a hablar de forma menos mecánica y a aprender con mayor facilidad).
Tengo la intención de descubrir formas para ayudar a otros niños discapacitados, no sólo a los que me son asignados, sino a muchos otros. Hay muchísimos chicos que pierden los estribos o tienen problemas de ansiedad y las escuelas suelen castigarlos, reprimirlos o encerrarlos en “salas de aislamiento”. Recientemente, se ha comentado en las noticias que este tipo de salas resultan desastrosas, e incluso peligrosas, para estos chavales. Gracias a Dios, las están cerrando, pero no se dan alternativas al personal de las escuelas. ¡Resultaría maravilloso formarlos en EFT para que pudieran ayudar a estos chicos! No estoy muy segura de cómo voy a llevar a cabo mi misión, pero sé que en primer lugar tengo que estudiar todos los DVDs y conseguir muchísima más práctica.
Tengo muchas otras historias acerca de mi hijo adolescente (es adoptado y nos llegó con SAF, Síndrome Alcohólico Fetal) y ADHD resultante (Síndrome de déficit de atención con hiperactividad), CAPD (Trastorno del proceso auditivo central) y diversos trastornos del aprendizaje, entre otros. Le he enseñado a utilizar EFT, aunque a menudo nos ‘peleamos’ por ello, así que hago tapping en sustitución con excelentes resultados.
Gary, te doy las gracias por este don que es EFT. Y gracias también a todos los que escribís vuestras historias en los boletines, por todo lo que me han enseñado y siguen enseñándome.
Saludos,
Victoria Deasy
Profesora de educación especial/asesora/abogada
Traducido por Eva Llobet Martí