Gracias a EFT, Tam Llewellyn del Reino Unido consigue resolver, satisfactoriamente, un problema para concebir. Presten atención al modo como persiste y busca el asunto de raíz. Tenemos mucho que aprender con ello.
P.D. He añadido comentarios personales al artículo de Tam.
Por Tam Llewellyn
El cliente, «Jane» y su marido habían intentado concebir un hijo, sin éxito, desde hacía más de cinco años. Ambos gozaban de buena salud y no existía razón médica que justificara su problema. El marido tenía una hija, de un matrimonio anterior.
Ambos eran terapeutas diplomados en EFT, pero me consultaron como terapeuta en EFT para intentar resolver este problema. EFT es una técnica sencilla y muy fácil de aplicar con problemas propios. Sin embargo, en caso de problemas serios, es preferible practicar la técnica con un terapeuta que garantice cierta distancia del problema para, de este modo, ayudar a encontrar factores profundamente relacionados con el mismo.
En casos en que esto no sea posible, debe aplicarse la escala de intensidad 0-10 directamente al problema. Los pacientes ya habían utilizado, sin resultado, la frase preparatoria «Aunque somos incapaces de concebir, nos respetamos y aceptamos recíprocamente».
COMENTARIO DE GC: Tal y como Tam sugiere después, muy acertadamente, en vez de utilizar solamente una afirmación general, debemos intentar profundizar en el problema. Con demasiada frecuencia, nuestros problemas actuales reflejan situaciones concretas del pasado, que todavía no han sido resueltas.
TAM CONTINÚA: Hablé del problema con ambos, marido y mujer, y buscamos determinados factores en el mismo. El marido dudaba de si tener o no otro hijo. La razón principal era que estaba preocupado por las posibles reacciones de su hija, ex-esposa y padres. Como era terapeuta diplomado en EFT, se le recomendó que tratara estas cuestiones, por sí mismo, hasta reducirlas a cero.
Además, enseguida resultó evidente que Jane tenía un problema serio relacionado con el parto. Cuando era bastante jovencita (antes de comenzar la adolescencia) una prima mayor se quedó embarazada, y tras un embarazo problemático, tuvo un parto muy difícil.
Cuando Jane se sinceró conmigo, era evidente que todavía se encontraba muy afectada emocionalmente por ello. Trabajamos juntas en este asunto con la Técnica de Contar la Historia, Jane volvió a contar los problemas relacionados con el embarazo de su prima, desde el comienzo de las primeras náuseas hasta los numerosos contratiempos prenatales. Cada vez que Jane se mostraba emocional, paramos, calculamos la intensidad 0-10, hicimos tapping y continuamos con el relato. Tuvimos que parar y hacer tapping muchas veces pero, la intensidad 0-10 solía ser bastante baja, en torno a 3 ó 4.
Según íbamos acercándonos al momento del parto se produjo un aumento repentino de la intensidad a un nivel 9 ó 10. Aunque Jane no presenció el parto, pertenecía a una familia muy unida y oyó contar, repetitivamente, demasiadas cosas y todas muy negativas sobre ele mismo. Tras practicar tapping, insistentemente, redujimos la intensidad a 2 y Jane parecía mucho más tranquila. Habíamos estado trabajando este problema durante bastante tiempo y al llegar a este punto, terminamos la primera sesión.
La segunda sesión comenzó al día siguiente, y volvimos a repasar la historia del embarazo de la prima sin sentirse afectada emocionalmente pero, al llegar al momento del parto, el nivel de intensidad de nuevo había vuelto a subir hasta 10. Sin embargo, en la segunda sesión no fue el momento del parto lo que causó la emoción, sino determinados acontecimientos y comentarios sobre el mismo que Jane había oído.
COMENTARIO DE GC: El párrafo anterior contiene una importante distinción que, frecuentemente, separa el dominio de EFT de lo demás. La falta de experiencia puede llevarnos a creer que si la intensidad sigue siendo elevada en la segunda sesión es porque «EFT no ha funcionado.» No es cierto. Lo que se requería era disminuir el problema, dividiéndolo en problemillas… en este caso en determinados acontecimientos comentados sobre el parto.
TAM CONTINÚA: Tratamos los mismos de uno en uno. Generalmente sin utilizar los niveles de intensidad 0-10, dado que determinados factores ya estaban resueltos. Utilizamos un grupo de frases preparatorias del tipo:-
«Aunque ella sintiera un dolor insoportable… me encuentro BIEN»
«Aunque sangraba…»
«Aunque la enfermera dijera que no iba a sobrevivir…»
«Aunque creyeron que el bebé había nacido muerto…»
Todos estos problemas fueron resueltos rápidamente pero, tan pronto como uno desaparecía, surgía otro. Tardamos más de una hora en terminar esta parte del tratamiento pero, por fin, tras haber tratado todos los problemas, Jane se encontraba tranquila.
Parecía que habíamos logrado alcanzar el éxito, tras el tratamiento. Es decir, hasta que le dije a Jane, «Está bien, parece que hemos llegado a la raíz del problema». Su respuesta, «Sí… eso creo» ponía de manifiesto que todavía faltaba bastante por hacer. Como Jane no ofrecía (o no podía ofrecer) ningún otro aspecto nuevo pues la sesión había sido bastante larga, terminé con la misma.
La tercera sesión se llevó a cabo el mismo día, más tarde, y fue como la segunda. Jane presentaba un aspecto nuevo. Se sentía insegura ante la posibilidad de saber cómo cuidar a un bebé recién nacido, ya que al casarse se había mudado a otra ciudad, lejos de su familia. Trabajamos en diversos factores relacionados con el problema:-
«Aunque no sé cómo alimentar a un bebé recién nacido…»
«Aunque él no podrá decirme lo que le ocurre…»
«Aunque pueda ocasionarle daño accidentalmente…»
Todos estos problemas fueron resueltos en el momento y creí que, en esta ocasión, daríamos por terminado el tratamiento. Sin embargo, como suele ocurrir en cualquier terapia, el verdadero problema no surgió hasta el último momento.
«Hay una cosita más», -dijo Jane. «¡Odio a ese bebé!» No necesité preguntar el nivel de intensidad – era claramente de 10
Es decir, que nos encontrábamos con otro factor, o mejor, con el auténtico problema.
Continuamos el tratamiento. En esta ocasión, no utilicé La Receta Básica sino que hicimos tapping durante más tiempo, mientras íbamos tratando diversos aspectos. Este método no se encuentra en los vídeos de recetas básicas de Gary pero, existen numerosos ejemplos de su uso en los vídeos «Pasos para Convertirse en un Terapeuta Extraordinario».
Mientras hacíamos tapping en diversos puntos, comencé a hablar por alto de todos los aspectos del nuevo problema, intentando repetir las palabras que ella había utilizado al decírmelo. Se encontraba tan afectada emocionalmente que no pudo unirse a mí, ni hablar. No guardé ninguna expresión exacta de esta parte de la sesión pero, mientras hacíamos tapping en el PK Punto de Kárate y algunos puntos más, mi afirmación adoptaba la siguiente forma:-
«Aunque odiaba a ese niño – ocupó mi lugar como el más joven de la familia. Ocupó mi lugar, ocupó mi lugar, ocupó mi lugar. Aunque causó daño a mi prima y ocupó mi lugar, me acepto y le acepto completa y profundamente. Fue un niño malo – ahora ha crecido y me gusta bastante. Aunque ya no soy la más pequeña ni el centro de atención, me respeto a mí misma».
«Aunque sentía celos de él (y todavía los siento) me respeto a mi misma. Aunque ocupó mi lugar, ocupó mi lugar….».
También incluimos determinadas frases preparatorias, de manera adicional, utilizando La Receta Básica, una de ellas fue especialmente importante.
«Aunque tengo miedo de que John (su marido) quiera al bebé y no a mí – me respeto a mí misma y sé que John siempre me va a querer.» (Es muy probable que éste fuera el problema principal, causante de todo.)
A medida que Jane comenzaba a calmarse empezó a repetir mis afirmaciones, riendo, corrigiéndome y añadiendo otras suyas. Enseguida la sesión completa terminó en risas y terminamos así.
Esa fue mi última sesión con Jane pero, se mantuvo en contacto y me contó que había trabajado algunos aspectos, sin importancia, por sí misma (la mayoría recuerdos de lo que la gente decía sobre el embarazo de su prima y los embarazos en general).
Cuatro meses más tarde Jane volvió a contactarme. ¡Estaba embarazada de dos meses! En la actualidad tiene un niño de 3 años, ha sido capaz de criarlo y su marido sigue queriéndola.
Tam Llewellyn
Traducido por María de la Fuente – Escribir a María