Un compañero acababa de ser contratado como el nuevo director de una corporación grande de alta tecnología. El director que salía se reunió con él en privado y le presentó tres sobres enumerados. “Abra éstos si usted encuentra un problema que usted no piensa que puede resolver,” él dijo.
Bien, las cosas fueron adelante bastante suavemente, pero seis meses más adelante, las ventas tomaron un descenso y él recibía muchas críticas. Cuando llegó al extremo de sus ingenios, él recordó los sobres. Fue a su cajón y sacó el primer sobre. El mensaje leyó, “Culpa a su precursor.”
El nuevo director llamó a una rueda de prensa y puso discretamente la culpa en los pies del director anterior. Satisfecho con sus comentarios, la prensa – y Wall Street – respondió positivamente, las ventas comenzaron a subir y el problema estaba pronto detrás de él.
Alrededor de un año más adelante, la compañía experimentaba otra vez un descenso leve en las ventas, combinado con problemas serios del producto. Aprendiendo de su experiencia anterior, el director abrió rápidamente el segundo sobre. El mensaje leyó, “Reorganiza.” Esto él hizo, y la compañía rebotó rápidamente.
Después de varios trimestres provechosos consecutivos, la compañía cayó de nuevo en tiempos difíciles. El director fue a su oficina, cerró la puerta y abrió el tercer sobre.
El mensaje dijo, “Prepare tres sobres…”
Autor Desconocido