Hola a todos,
Rebecca Marina alivia a su cliente con la habilidad de un experto de un problema esencial de “sentirse atrapado”. Simultáneamente, desaparecen los síntomas de Colon Irritable de su clienta.
Por Rebecca Marina
Aquí tenemos un caso interesante de una clienta, “Liz”, que se sentía “atrapada” en cualquier situación tal como un aula, iglesia, o reunión social en la que hubiera montones de gente. Su ansiedad provoca el Síndrome del Colon Irritable y eso hace que la situación sea mucho peor. Su miedo más grande era que se quedaría atrapada en una habitación llena de gente y sentir la necesidad de “irse” y no ser capaz de hacerlo.
Se acercaba un seminario al que Liz tenía que ir en el que estaría en un aula y estaba sintiendo mucha ansiedad sólo de pensar estar en una sala con mucha gente y tener que “sentarse allí”. Ya que el seminario próximo era sobre bordado a mano, un hobby que Liz amaba de corazón, ella de hecho estaba esperando que EFT pudiera ayudarla a sentirse libre para disfrutarlo.
Le pedí a Liz que cerrara los ojos y se imaginara que estaba en el seminario y que sólo me dijera cómo se sentía sólo de imaginarse estar sentada allí con la sala llena de gente y la puerta cerrada.
Liz replicó: “Siento que sólo quiero salir corriendo, si no puedo salir de aquí pronto, mis intestinos explotarán.” Dio un nueve en el nivel de intensidad.
Empezamos a usar sus propias palabras como frases preparatorias (si escuchas, el cliente siempre te dará las frases preparatorias).
“Aunque solo quiero salir corriendo y siento como si mis intestinos fueran a explotar…”
La intensidad bajó sólo a un ocho y noté que esto iba mucho más adentro.
Era casi como si la autoestima de Liz estaba ligada de alguna manera con las emociones sobre no ser libre de ir al baño. Así que pedí a Liz si podía “sintonizarse” con la primera vez que tuvo esta sensación de pánico y vergüenza de sentirse atrapada en una sala llena de gente y no poder ir al baño cuando lo necesitaba. Ella recordó un incidente cuando tenía tres años y tuvo un accidente y se avergonzó de ello delante de otra gente.
(Aquí, dejé que mi intuición se hiciera cargo y simplemente me dejé ir con el flujo de la guía que se me daba).
Le pedí a Liz que se imaginara que era una niña y que llegara a su “niña interior”.
“Aunque estaba avergonzada porque tuve un accidente…”
“Aunque estaba abochornada de pedir permiso de ir…”
“Aunque siento que todo el mundo me está mirando cuando tengo que salir…”
“Aunque tengo miedo de que tendré otro accidente y estaré tan abochornada…”
Como practicante, podía “sentir” bajar la intensidad y sentí que era el momento de poner un poco de humor, así que continuamos…
“Aunque tuve un accidente cuando niña porque era demasiado tímida para insistir en ir…”
“Ahora soy una chica mayor y puedo ir al lavabo cuando quiera.”
“Puedo ir al lavabo cuando quiera y no tengo que pedir permiso a nadie”.
“Puedo ir al lavabo cuando quiera y que Dios ampare al que intente pararme”.
“Mantengo el control de mis funciones corporales y saldré de la sala cuando quiera y ¡tomaré el lavabo al asalto!”.
Por entonces nos estábamos partiendo de risa e hice que Liz se volviera a sintonizar con la escena del aula. Ella dijo: “¿Por qué, si estuviera en esa sala y necesitaba ir al lavabo, simplemente no me levantaría e iría? ¿Cuál es el problema? ¡Intensidad CERO!”
Una semana más tarde, Liz me llamó y me dijo que había tenido la oportunidad perfecta de poner a prueba nuestra sesión. Un primo suyo murió inesperadamente y ella asistió a la muy atestada iglesia para el funeral de una hora y media.
Ella informó que no tuvo ansiedad en absoluto.
Ella dijo que lo que más le sorprendió de todo fue su calma en la reunión “posterior al funeral”. La casa donde se celebró la reunión estaba completamente atestada de plañideras. Ella estaba atrapada en un rincón mientras que cada vez entraba más gente en la sala. La entrada estaba bloqueada y no había manera de salir sin empujar a un lado a unas cuantas personas.
Liz dijo que ella simplemente estaba sorprendida de lo calmada que se encontraba, no le preocupaba lo más mínimo. “Normalmente, me habría estado subiendo por las paredes y habría hecho lo que fuera para salir de allí”, dijo Liz, “¡EFT es tan impresionante!”.
Animo a otros practicantes a aprender a “sintonizarse” con sus clientes y no tener miedo de usar el humor cuando convenga. También es muy perspicaz preguntar si recuerdan un suceso original y curar la herida más antigua. Permitir que el cliente se “sintonice” con el niño interior con frecuencia traerá un problema esencial que puede haber estado causando una cantidad de otros problemas.
En el caso de Liz, la humillación que experimentó por su “accidente” tuvo repercusiones de muy largo alcance que no salieron hasta mucho más tarde en su vida. Gracias a Dios por EFT, la vida es mucho más rica en todos los sentidos a causa de esta maravillosa modalidad sanadora.
Espero que este caso de estudio ayude a particulares y practicantes que puedan estar en similares circunstancias.
Rebecca Marina
Traducido por Juan Carlos Vega – Escribir a Juan Carlos