Observáis que se logró sólo un progreso parcial hasta que Marian Mills (del Reino Unido) se dirigió a tratar un evento específico. Ella dice: “Cuando ella llegó a la sigiente sesión, la inquietud tanto en sus piernas como en sus brazos se había disminuido, y durmió bien por primera vez en años. Pero no estaba completamente bien, y sintió que había más que hacer. Empezamos el tapping por sus emociones de culpabilidad y remordimientos de conciencia por haber “desechado” a su hija.”
Por Marian Mills
Mary vino a tratarse conmigo bastante desesperada, porque tenía sus piernas y brazos inquietos. Yo ya he escuchado del Síndrome de las piernas inquietas, pero sobre brazos inquietos nunca. Ella era incapaz de estar sentada durante el día, y en la noche, sueño interrumpido, a menudo se levantaba y paseaba en el dormitorio esperando que la sensación de inquietud pasara.
Pronto me di cuenta que Mary es una persona que necesita estar ocupada, y que le es muy difícil desentenderse y relajarse, incluso cuando no siente la inquietud en sus brazos y piernas. Entonces, en la primera sesión hicimos tapping sobre sus creencias (escrituras en las paredes) derivadas de su infancia, la que pasó en una comunidad agrícola rural. La mayoría de sus creencias tenían que ver con flojera, trabajo duro y de sentirse culpable por los sacrificios de sus padres de lograr que ella termine el colegio y la escuela superior.
Aunque es el diablo que llena las manos desocupadas…
Aunque nadie estaba simplemente sentado, siempre había algún trabajo por hacer…
Aunque quería arrancarme de todo eso…
Aunque todo lo que se esperaba de mi era como una trampa…
Aunque me retaron si no dejaba mis quehaceres terminados…
Aunque mi mamá y mi papá trabajaron tan duramente por mi bien…
Aunque tuve que ir a la universidad para realizar los sueños de mis padres…
Al final de la sesión Mary me habló de su hija que nació con una incapacidad y fue colocada en una institución a la edad de 7 años. Acordamos enfocar ese recuerdo en la próxima sesión.
Cuando ella llegó a la siguiente sesión, la inquietud tanto en sus piernas como en sus brazos se había disminuido, y durmió bien por primera vez en años. Pero no estaba completamente bien, y sintió que había más que hacer. Empezamos el tapping por sus emociones de culpabilidad y remordimientos de conciencia por haber “desechado” a su hija.
Aunque me siento culpable por aquella decisión…
Aunque me siento increíblemente triste…
Aunque yo sbía que iba a tener una vida mejor si la dejara irse…
Aunque tuve que decidirme tan pronto que no tenía tiempo para pensar…
Aunque ésta era una enorme decisión y tuve que tomarla sola…
Aunque hice lo mejor que pude, eso no era suficiente…
Aunque estuve bastante segura que esa era la decisión correcta, sin embargo qué pasa si no…
Aunque me equivocara…
Aunque ellos pueden haber sido crueles con ella…
Aunque a ella tengo que haberle hecho mucha falta…
Aunque a mí me hacía falta terriblemente y me sentía muy triste por no tenerla más conmigo…
Había una imagen, parte de un sueño muy vivo que recurrió por muchos años. Ella pudo recordarlo con todo detalle. Hicimos tapping por la imagen, sin que yo le pidiera que me lo contara, ya que era evidente su alteración extrema. Después de una o dos ruedas de tapping sin hablar, Mary se calmó lo suficiente como para contarme que se trataba de una imagen de cuidadoras en el hogar de la hija, echando agua hervida sobre las piernas de la niña, que se encontraba incapaz de defenderse.
Hicimos tapping por los miedos que reveló aquella imagen, y el extremo sentido de culpabilidad que ella arrastró por tantos años por su decisión de entregarla a cuidado institucional, en vez de tratar de cuidarla ella misma en casa. Mary delante mis ojos se relajó visiblemente, y me dijo que nunca a nadie le había hablado sobre aquel sueño antes. Se sintió aliviada.
Quedamos que iba a venir en la siguiente semana, pero ella llamó en un par de días más para cancelar, y me contó que todos los síntomas de inquietud tanto en sus brazos como en sus piernas se desaparecieron por completo. Ella pudo quedar sentada por la tarde, y dormía toda la noche. Estaba tremendamente agradecida por la desaparición de los síntomas que le torturaron por más de 20 años. Al final, se sintió capaz de contar a su marido lo que sucedió todos aquellos años atrás y que ya no sentía ni la culpabilidad ni la tristeza a las cuales estaba tan acostumbrada.
Marian Mills
Traducido por Ida Miro Kiss
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