Por María Aurora Villarreal, México
Correo: [email protected]
A finales de noviembre, veo a una amiga que había pasado por una experiencia horrible en enero. A su esposo (abogado) lo mataron a quema ropa al abrir su oficina una mañana. Ella se veía muy repuesta, pero estaba preocupada por su hijo ‘Leonardo’. Me comentó que el niño de 9 años ya había tenido problemas en la escuela por su hiperactividad, falta de atención, trabajos incompletos, ser desordenado etc, etc, y con la muerte de su papá, todo había empeorado. Lo había sacado de sus prácticas de soccer, pues lo metió en una terapia de estimulación visual y auditiva de 3:30 pm a 6:00 pm de lunes a jueves para ver si mejoraba. También estaba viendo a un psiquiatra que le recetó Concerta y que le acababa de subir la dosis; realmente la vi muy angustiada. Le expliqué lo que yo hacía e hicimos algo de tapping.
Aunque a Leonardo no le va bien en la escuela, yo soy una gran mamá.
Aunque no sé qué hacer…
Aunque no sé cómo ayudarlo…
Aunque no me siento segura dándole la medicina, Leonardo es un gran niño.
Aunque es muy difícil para mí tomar la decisión yo sola…
Ella se tranquilizó notoriamente y me dijo que sí, quería que viera a Leonardo. Le hice ver que el niño necesitaba regresar a su vida normal, que lo llevara a las prácticas de soccer y que me lo trajera 2 veces por semana, a lo cual ella accedió (suspendería la terapia visual y auditiva).
Al hacerle a Leonardo las pruebas proyectivas, (Casa, Árbol, Persona) salió a relucir todo su miedo, angustia, desvaloración, frustración, inseguridad y baja autoestima entre otras cosas. La siguiente semana fui a hablar con la maestra y la psicóloga del colegio; ellas fueron muy claras que hasta me sentí amenazada y me dijeron: “O Leonardo sube sus calificaciones o hay de dos, reprobar el año o salirse de la escuela.” Para mí ninguna de las dos opciones era justa y les dije que sólo tuvieran un poco de paciencia. Ellas respondieron que estaba bien, pero que el tiempo se venía encima y que no veían cómo en tan poco tiempo Leonardo iba a recuperarse, pues ya lo habían mandado a más de 3 psicólogas y especialistas en los años que llevaba en ese colegio y no habían visto ningún cambio significativo en las calificaciones, ni en el comportamiento.
Leonardo empezó a venir y pronto le expliqué lo que era EFT y que si quería intentar esta nueva forma rara de ayudarnos a sentirnos mejor. Él, algo escéptico, accedió. Empezamos trabajando en su inseguridad y necesidad de proteger su casa, a su mamá y a su hermana.
Aunque mi papa me decía que el hombre debe proteger su casa y a las mujeres, yo soy un gran niño.
Aunque me siento que es mucha mi responsabilidad porque soy el hombre, todo va a estar bien.
Aunque quisiera que mi papá estuviera aquí, estoy seguro que como quiera él está con nosotros.
Aunque lo extraño mucho, estoy seguro que vamos a estar bien.
Aunque me siento muy solo, yo soy genial.
Aunque tengo miedo de que algo nos pueda pasar, yo escojo estar tranquilo.
Su intensidad bajó a casi 0, no lo podía creer, su cara ahora se veía relajada, sin lágrimas. Me IMPRESIONÉ.
En las siguientes sesiones trabajamos otros aspectos que le preocupaban. A mediados de enero me llamó el psiquiatra para preguntarme qué estaba haciendo, que veía mucha mejoría en Leonardo y le suspendió el medicamento para observación. Sin embargo, las calificaciones no subían mucho y empecé a darle habilidades y estrategias específicas de cómo aprender (Don Blackerby, Rediscover the Joy of Learning) aunado a EFT. En abril Leonardo había subido su promedio de 6.5 a 7.8. ¡Increíble y no bajó! Seguí viéndolo sólo una vez por semana hasta mayo (exámenes finales) y ¡NO REPROBÓ NI UNA! Pasó con un promedio de 8.3; los ojos de Leonardo me decían todo. No cabía de la alegría; ahora es un niño mucho más seguro y centrado en lo que quiere. ¡Ahora sabe que PUEDE!!!!!!!!!!
María Aurora Villarreal, México
Formadora y Facilitadora Avanzada de EFT
Correo: [email protected]
Sitio: http://eftalegria.com.mx/