Francisco Javier Gomez Solorio nos relata cómo ayudó a una pareja a salva su matrimonio al enfocar en primer lugar al marido. Sus traumas de rechazo y culpa resultan ser los culpables de su conducta en su vida familiar. Al resolverlos, se pudo salvar al matrimonio. Escribir a Fco. Javier y visita el sitio web de Fco. Javier.
Nunca sabe uno como llegará el mensaje a las personas y si uno pone un poco de atención, encuentra que es providencial la forma en la que cada quien recibe lo que necesita en el momento preciso y atinándole al punto preciso.
Comento esto porque fui invitado a dar una conferencia de EFT en Tijuana a un ciclo de conferencias organizado por la agrupación CALIDAC A.C. ( Capacitando Lideres, Asociación Civil) en esta conferencia mencioné sobre el recuerdo celular y su influencia en nuestras acciones y platique sobre una persona interna en una penitenciaria con una condena de 30 años por asesinato, narré que esta persona tenía la certeza que él era mensajero de la muerte, pues al nacer su mama murió y siempre sentía que todo lo que él hiciera estaba relacionado con la destrucción.
Comenté que al terminar la terapia de EFT él era otra persona, completamente diferente y que me habló de su proyecto de vida: quiere ser profesor de redacción. Hasta aquí la parte de la anécdota de la conferencia.
Días después me llama una persona, me dice que me escuchó en la conferencia, que estaba ahí por invitación de una amiga, de último momento decide asistir y del ciclo de 8 conferencias solo decide entrar a la de un servidor. Me comenta que está a un paso del divorcio después de 20 años de matrimonio, pero que al escuchar la parte anecdótica del mensaje de muerte, intuye que puedo ayudarle, pues su esposo pasó por una situación similar. Ella está segura que si se le ayuda con una terapia podrá salvar su matrimonio.
Como ya anteriormente he trabajado con parejas y sé como “nos las gastamos” los hombres, le advierto que las terapias para salvar matrimonios las doy con un requisito: que primero sea el esposo el que la recibe, pues ya me pasó la primera vez que intenté ayudar a una pareja. Cuando la esposa recibió la terapia, él consideró que ella era la que ocupaba ayuda, “yo no ocupo ayuda, la que está mal es ella, no yo.” No aceptó la terapia, el ego en todo su esplendor. Después su esposa me comentó que a cada rato le restregaba en la cara: “Ya ves, tu y tus terapias. Veo que estás igual. No sirve para nada,” y frases hirientes así por el estilo. Una vez aprendida la lección ahora cuando un matrimonio me pide ayuda, si el esposo no quiere ser primero, le comento a la esposa que puede ser muy difícil que algo cambie porque, “donde uno no quiere, dos no se mejoran.” Afortunadamente (…hasta ahora!) los hombres siempre han aceptado este requisito. Bien.
Concertamos una cita para la ciudad de Rosarito Baja California. Y llegan muy puntuales. Le pregunté: “Del 1 al 10, ¿hasta dónde crees que fracasas en tu matrimonio: 0 es “no creo fracasar”, 1 es “casi no creo fracasar en mi matrimonio,” 10 es “definitivamente debo divorciarme.” Me comentó que un día antes que su esposa le dijera de esta terapia, él ya se había hecho a la idea que esa semana se salía de la casa, así que no había duda: su caso estaba en 10: “debo divorciarme.”
Le pido a él que me narre el miedo, coraje, frustración o culpa más grande que siente: me dice que siente todavía mucha frustración hacia él mismo y coraje hacia los policías porque en una ocasión vio como se llevaban a su papá. Él corrió pero cuando llegó ya se lo habían llevado. Él tenia entonces 14 años.
Recuerda un evento que pasó cuando tenia 12 años. Discutió en su casa y se fue de la casa por unos días. También menciona que siempre, desde los 6 años, se sintió rechazado por todos, porque siempre andaban de casa en casa. Que no sentía pertenecer a ninguna familia, pues duraba muy poco en casa de tías, tíos y siempre andaban él y una hermana para arriba y para abajo, nunca en un hogar por mucho tiempo y que ya cuando llegaban a un sitio nuevo, algunas veces ni deshacían sus maletas porque sabían que no iban a durar mucho.
Le pregunté el porqué de esta situación de nómadas y me contó que siempre había sido así, pues su mama murió cuando el nació, y su papa se había vuelto a casar con otra mujer y solo estaba con ellos una vez por semana o por quincena.
En cuanto me dijo lo de su mamá, supe que ese era el evento principal, que lo corroboró porque me dijo que toda su vida de niño todo mundo le decía “tu mama dio la vida por ti,” pero en su confusión de niño solo atinaba a escuchar “tu mama murió por tu culpa.” Afirmo que ya de grande comprendió lo que le decían y cómo se lo decían, pero él jamás lo entendió así mientras fue niño. Incluso a los 6 años de edad destruyó todas las fotos de su mamá, porque sentía que cada vez que miraba las fotos su mamá estaba acusándolo de su muerte.
El sentimiento de rechazo estaba tan arraigado en él desde una vez que su papá pasó por ellos el día de visita. Él tenia 17 años pero iba con su nueva esposa. Su papá sí pasó por ellos pero solo para decirle a él y a su hermana que no los podía llevar a pasear… y llevaba a los hijos de su nueva esposa! Ahí sintió que definitivamente su papá ya nunca seria el mismo que era antes y así sucedió.
También traía algo muy fuerte, lo único que lo mantenía aun con su esposa era su hija, y el hecho de que creía que su hija había pasado por una violación de una persona que ellos veían con tanta confianza que le decían abuelo. Cuando se enteró de lo que hizo este “abuelo” sintió que su fracaso como padre era rotundo. Sintió que todo lo que le pasó a su hija fue por su culpa. Se recriminaba que no había cuidado bien a su hija y que lo que había pasado siempre fue por su culpa.
Le pedí que me dijera hasta dónde sentía su culpa de 0 al 10. Definitivamente era 10. Creyendo que ya no traía nada en su “maletita” de rutina le pregunté si aun creía cargar mas. “Sí,” me dijo, “es algo de lo que me he arrepentido por toda mi vida.” Cuando tenia un año de casado se salió de su casa por un pleito con su esposa, y se fue 3 días… que aprovechó para visitar a una “amiga” muy “amable” que le dio posada por esos 3 días, (pobrecito, estaba tan solo, soy hombre y lo comprendí!! ) Cuando regreso a su casa cometió una burrada peor que salirse de su casa: se lo contó a su esposa. Así que de ahí en adelante, cada vez que podía, ella se lo restregaba en la cara. Si volaba una mosca, “tu tienes la culpa por infiel,” si alguien se accidentaba, “eso le pasó porque tal vez es igual de infiel que tu y recibió su castigo” y así por cerca de 17 años!!!
Le comenté que algunas ocasiones con la terapia de EFT podíamos buscar su paz atacando pieza por pieza. Le comenté en metáfora: “es como si estuvieras arrancando de un racimo uva por uva, pero algunas veces hay eventos que son de tal importancia y magnitud que al eliminarlos, es como si arrancáramos el cabo de donde se “amarra” todo el racimo y al arrancarlo “ñacas” se suelta todo. Y regularmente algunas cosas que creíamos muy importantes se diluían o bien su intensidad bajaba mucho. Creo que lo de tu mamá, el hecho de morir cuando tu naciste fue un evento que marcó todo tu organismo y la creencia, la firme creencia que ella murió por tu culpa arraigó de manera tuertísima este evento a todo tu sistema vital, ocasionando los bloqueo energéticos que hacían de él intolerante, amargado, enojón etc. y que eso lo había llevado a tomar y tener conductas que afectaban la armonía de su matrimonio, y que yo creía que el evento principal era el de la muerte de su mama cuando el nació.
Empezamos a trabajar:
“Aunque me siento muy culpable por la muerte de mi mamá, me amo y me acepto completa y profundamente.”
Hicimos varias rondas, con este tema. Noté que empezó a tener cambios a partir de la quinta ronda, empezó a eructar, indicativo que íbamos bien, creo que duramos una media hora solo con ese tema, dando rondas y rondas hasta que dejó de bajar. Se estancó en 3. Luego trabajamos el perdón: perdonar a su mamá por “dejarlo solo” varias rondas. Luego el perdón a él mismo, por “creer que maté a mi mama, me perdono.” Definitivamente eliminó todo sentimiento de culpa por la muerte de su mama.
Los demás temas que me había mencionado casi fueron eliminados en su totalidad. Respecto al de la violación que “creía” había sucedido con su hija me comentó, “No estoy seguro que pasó eso, siempre lo creí, pero ahora me doy cuenta que todo eran suposiciones mías.”
Procedimos a perdonar al supuesto violador de su hija, a que se perdonara él mismo por hacerse tanto daño con esas conjeturas.
Hicimos varias rondas “tirando anzuelos” a lo que quede:
“Aunque creo que ya solté todo lo que me amargaba la vida, puede ser que aun haya algo que me atore en mi pasado,” cuando de pronto me dice que aun siente carga por lo que hizo cuando se salió de su casa por 3 días y empezamos:
“Aunque me arrepiento por lo que hice y le falté a mi esposa, me amo y me acepto completa y profundamente.”
Hicimos varias rondas y me dice que algo no está funcionando porque no siente cambios. Siendo un poco más agresivo empiezo una ronda que en cuanto empezamos a hablar su afirmación con la cabeza me dice que le di al clavo:
“Aunque fui muy pendejo por platicarle a mi esposa lo que hice, me amo y me acepto completa y profundamente.”
Y la frase recordatoria: “que pendejo fui” “que bárbaro, que pendejo fui” empezó luego a reír al mismo tiempo que lloraba como de alegría, y me dice,”¡qué bien me siento.” “Tanto tiempo cargando esto y ahora por fin solté esto.”
Cuando terminamos me dice: “Me siento raro.” “Claro que te sientes raro,” le dije, “esto que sientes es algo nuevo para ti, se llama PAZ y SERENIDAD.” Me dice: “Ahora comprendo porqué siempre andaba de malas.”
Le pregunte: “Del uno al diez, ¿hasta dónde crees que tu matrimonio realmente puede continuar y ser feliz con tu familia?”
0 es “no soy feliz y creo que es mejor separarme” y 10 es: “creo que mi matrimonio puede ser feliz y se que puedo salvar a mi familia.”
Su respuesta lo dijo todo: “estoy en 10, incluso ahora pienso: ¿cómo es posible que haya pensado en divorciarme. Amo a mi esposa, amo a mis hijos y quiero ser feliz.”
Aunque no estoy narrando completamente todo lo que sucedió, es realmente una satisfacción muy grande salvar una familia y saber que hay un hogar que vive un poco mejor gracias al trabajo desarrollado con EFT. Por eso tengo la certeza que EFT será la palanca que moverá el mundo hacia la felicidad, la paz y la armonía que todos queremos.
Reciban un abrazo desde Mexicali Baja California, Mexico.
Francisco Javier Gomez Solorio.
Terapias personales, cursos.