Un día un padre y su familia rica llevaron a su hijo de viaje al campo con el firme propósito de enseñarle lo pobre que puede ser la gente.
Pasaron un día y una noche en la granja de una familia muy pobre.
Cuando regresaron de su viaje el padre le preguntó a su hijo: “¿Qué te pareció el viaje?”
“Muy bien, papá.”
“¿Viste lo pobre que puede ser la gente?” preguntó su padre.
“Sí.”
“¿Y qué aprendiste?”
El hijo contestó: “Vi que tenemos un perro en casa y ellos tienen cuatro.
Tenemos una alberca que llega hasta la mitad del jardín, ellos tienen un arrollo que no tiene fin. Tenemos lámparas importadas en el jardín, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio alcanza hasta el pasto delante de la casa, ellos tienen todo el horizonte.”
Cuando hubo terminado el pequeño niño, su padre quedó atónito.
Agregó su hijo: “Gracias papá por enseñarme lo pobre que estamos.”
¿A poco no es cierto que todo dependa de la manera en que veas las cosas? Si tienes amor, amigos, salud, buen humor y una actitud positiva hacia la vida – tienes todo… No puedes comprar ninguna de estas cosas. Puedes tener todas las posesiones materiales que puedes imaginar, provisión para el futuro, etc., pero si eres pobre en espíritu, no tienes nada…
Traducido por David MacKay