Paul Bergman, del Reino Unido, nos entrega un caso inusual en el que el envidiable alivio se logra debido a la persistencia y la atención a un evento específico. No debe haber muchas personas con eructos crónicos ahí afuera, pero los principios de EFT involucrados en este caso son básicos y universales.
Por Paul Bergman
Mi esposa y yo tenemos un espacio terapéutico en Herne Bay, Kent. Recientemente oímos en el programa matutino de nuestra radio local que una mujer mayor de Essex no había salido de su casa por dos años debido a que sufría de eructos crónicos. La contactamos y le ofrecimos nuestros servicios en forma gratuita. Llamamos a Grace (nombre cambiado) y fuimos a verla a su casa.
Comprensivamente, Grace estaba bastante decaída con su problema, ya que se había hecho toda clase de estudios para toda clase de cuadros médicos, pero todos volvieron negativos.
Desafortunadamente, los eructos eran bastante largos, ruidosos y dolorosos y le causaban vergüenza cuando salía –algo que había dejado de hacer, con excepción de turnos al hospital o al médico. Piensa en tomar dos latas de Coca-Cola muy rápidamente, una detrás de la otra y luego imagina el tipo de ruido que harías. Eso era lo que Grace tenía que soportar.
Entonces, pasamos la mayor cantidad de tiempo de las seis horas que estuvimos con ella en ese primer sábado usando EFT. Conversando y comprendiendo como habían comenzado los eructos entendimos que uno de los asuntos raíz era el estrés –estrés por jubilarse de un trabajo de tiempo completo y por extrañar los aspectos sociales de trabajar; estrés por mudarse y que no le gustara la zona en la cual estaba, y estrés debido a asuntos familiares. Hicimos tapping en todos estos aspectos con…
Aunque no me guste vivir en esta zona… e incluimos “elijo aceptar mi situación”.
Como el eructar era la causa de algunas experiencias pasadas vergonzantes en público, usamos la Técnica de la Película para reducir el sentimiento de dolor y vergüenza de un recuerdo de una familia que la señalaba riéndose en una estación de tren.
La primera sesión duró cerca de seis horas. Esto es inusual para nosotros ya que normalmente dura entre una hora y una hora y media. Pero Grace vivía a una distancia considerable de nosotros y queríamos trabajar con ella todo lo que pudiéramos. Aunque no habíamos despejado completamente los eructos, habíamos logrado reducir la intensidad de ellos, entonces (a) no ocurrían tan frecuentemente y (b) ya no le causaban dolor.
La semana siguiente volvimos a verla y nuevamente usamos EFT e Hipnoterapia y estuvimos con ella otra vez por aproximadamente seis horas. Para el fin de la sesión era capaz de subir y bajar las escaleras sin hacer ningún ruido y cuando eructó otra vez (una vez que se sentó), ya no le causaban dolor y eran considerablemente menos frecuentes.
Durante esta sesión Grace nos contó que se sentía mucho más feliz y que habíamos devuelto su fe en la naturaleza humana y estaba agradecida por nuestra ayuda. Como señaló su hijo, habíamos pasado más tiempo con ella en dos semanas que todos los médicos juntos en los últimos dos años.
Por primera vez en dos años, estaba entusiasmada de poder planear salir de la casa y estaba haciendo los arreglos mientras nosotros estábamos allí para visitar a su hijo -un lugar diferente que el consultorio de un médico o el hospital. Grace amaba su jardín y esperaba con ansias ir al vivero local.
Nos comentó que podía ver la luz al final del túnel finalmente y hablaba de visitar a su hija en América más tarde este año, algo que no había hecho por dos años cuando su condición comenzó.
Hablé con Grace la semana siguiente y estaba mucho más contenta que la primera vez que mi esposa y yo hablamos con ella. Había podido recibir amigos y que se quedaran, algo que no había hecho previamente, y ellos habían notado una enorme diferencia en ella: estaba más contenta y sus eructos eran menos frecuentes y no le ocasionaban ningún dolor. Arreglamos entonces una sesión de seguimiento para el fin de semana siguiente.
Durante el fin de semana, su hijo llamó con la triste noticia de que Grace había muerto repentinamente de un ataque cardíaco masivo. Este fue un gran shock para todos, especialmente sus hijos e hijas que pudieron ver la mejoría en ella y su calidad de vida. Tenía mucho por qué vivir y esperaba con ansias el día en el que pudiera salir de su casa sin el miedo de sentir vergüenza por su condición. Tanto Grace como nosotros podíamos ver que ese día estaba cerca.
Disfrutamos trabajar con esta mujer extraordinaria y su muerte fue muy triste, especialmente porque estaba una vez más en su camino hacia la recuperación. Asistimos a su funeral y fue agradable para nosotros que muchos de sus amigos y familiares se acercaran y nos agradecieran haberla ayudado. Su hija de América nos contó que había hablado con Grace el día siguiente a nuestra primera visita. Dijo que podía oír el cambio en su voz y que se la oía mucho más como su “antigua mamá”.
Paul Bergman
Traducido por Lic. Mariela Carvia