Presta especial atención a cómo Eros Biasiolo, desde Irlanda, apunta directamente a los múltiples asuntos emocionales que causan la enfermedad de Parkinson en su cliente. Hay mucho que aprender aquí.
Por Eros Biasiolo
Conocí a Daniel en uno de mis seminarios. Me di cuenta de su presencia porque cuando íbamos a comer él era siempre el último en terminar. Comía, caminaba y actuaba con lentitud, y su voz era baja y quebrada. Sin embargo, en aquella ocasión, no consideré adecuado acercarme y ofrecerle sesiones individuales. Seis meses después decidí llamarle y decirle que me encantaría tenerle como uno de mis casos de estudio. Él estaba sorprendido y acogió la propuesta, pero una parte de él sentía que no se lo merecía.
Así que acordamos el primer encuentro, una sesión individual de dos horas y media. Hasta ese momento yo desconocía, y no hubiese podido imaginar, que su enfermedad era Parkinson. Él me contó su historia.
Hacía siete años había sufrido un accidente de tráfico en el que otro vehículo le dio al suyo. Esto perjudicó a su sexta y séptima vértebras. Inmediatamente comenzó a tener problemas de movimiento; además sus hombros cambiaron de posición, en particular el derecho, que ahora estaba visiblemente inclinado hacia adelante. Tras el accidente fue atendido por numerosos médicos sin que pudiesen establecer un diagnóstico, hasta hace cinco años, que le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson.
Le pedí que encontrase un movimiento limitante en el que pudiésemos comprobar los resultados. Esto es lo que él llama el movimiento de “atornillar o desatornillar”, un giro rápido de la muñeca hacia la derecha y hacia la izquierda – lo que hacemos cuando colocamos o quitamos una bombilla.
La primera vez que hicimos la prueba, hacía un giro o dos y la mano se congelaba, y luego empezaba a temblar. Estaba claro que había muchos reversos psicológicos, empezando por el hecho de que su cerebro se creía el diagnóstico, pero su corazón no. Este conflicto era obvio para él también – su intelecto no estaba de acuerdo con sus emociones. Algunos terapeutas de EFT dirían que «una parte» de él piensa una cosa, y «otra parte» piensa otra cosa.
Admitió que cuanto más pensaba en controlar el movimiento más se bloqueaba su cuerpo. Empeoraba si era observado. Dijo que, si la mente coordinaba el movimiento, entonces el movimiento no era fluido. También veía un «desbordamiento» de información desde el cerebro al cuerpo. Hicimos tapping en todo esto usando las frases preparatorias:
Aunque empeora cuando me miran…
Aunque mi cuerpo está desbordado de información…
Le pedí que imaginase sólo que estaba haciendo el movimiento de atornillar o desatornillar. Dijo que sintió exactamente lo mismo, ¡incluso aunque el brazo no se movía! Después de algunas secuencias de tapping fue capaz de controlar su movimiento de atornillar o desatornillar durante unos 20 segundos. Así que hicimos tapping en su creencia de que no era capaz de realizar el movimiento durante más de 20 segundos. Esto condujo a que lo lograse hacer un poco más – unos 30 segundos. Le pregunté qué hacía que se parase el movimiento. Él dijo, “Mi mente se dirigió allí.”
Tras otra secuencia de tapping, le pedí que valorase lo cierta que sentía él la siguiente frase: “NO PUEDO hacer nada sin mi mente.” Aún era muy cierta, así que hicimos tapping hasta que esta creencia limitante se redujo a 0 en una escala de 0 a 10. Ahora la nueva creencia era “PUEDO hacer de todo sin mi mente.”
Probamos el movimiento de atornillar o desatornillar, y funcionó durante un rato – unos 40 segundos, entonces se paró como antes. Esta vez temía perder control sobre su cuerpo y su mente paró el movimiento por costumbre. Hicimos tapping en Aunque mi mente tiene esta maldita costumbre… ¡A veces maldecir es útil con EFT! Él explicó que aún necesitaba controlarlo todo, incluso cuántos objetos había en mi habitación… e hicimos tapping en ello.
Entonces pasamos finalmente a recuerdos de antes, lo cual yo había estado posponiendo con la intención de ser muy cuidadoso. Le pregunté quién, a lo largo de su vida, podría haber influido en esa necesidad de control. La respuesta fue: su padre. Todos sus traumas se relacionan con su padre, que solía controlarlo todo y nunca le hizo caso a su corazón. Es de notar que éstas eran las mismas cosas que Daniel hacía debido a su enfermedad; las mismas cosas por las que criticaba a su padre.
Hicimos tapping en un suceso en el que sintió muchas emociones negativas: rechazo, rabia, culpabilidad, vergüenza. En este suceso de su infancia él se paró frente a una estatua porque estaba absorto en su belleza, y su padre le echó la bronca porque les retrasaba, y porque acabó en mitad de la calle. Este y otros sucesos convertían en verdadero para él lo siguiente:
• No se merecía nada hermoso
• Nadie podía tener emociones positivas hacia él
• Se le repetía constantemente que era patoso… adormilado… incapaz de hacer nada bien. Por lo tanto esa era la visión que tenía de sí mismo.
Cuando terminamos la primera sesión, le pedí que probase a hacer el movimiento de atornillar o desatornillar, y se movía libre y sin interrupción. Pero aún era incapaz de recibir un halago. Según él, nadie podía tener un sentimiento positivo al mirarlo. Concluimos la sesión y organizamos otra para la siguiente semana. Le recomendé algo de tapping para hacer en casa.
Segunda sesión
Vi una mejoría enorme durante la primera sesión. Sin embargo, esta segunda sesión marcaría el verdadero paso adelante. Él no hizo ningún tapping entre sesiones.
Lo último que dijo al final de la primera sesión fue que probablemente era consciente de cuáles eran sus barreras, pero que tenía miedo de derribarlas. Le pedí que proporcionase más detalles sobre esa frase – cuáles eran sus barreras y por qué temía derribarlas. Él dijo, “No estoy seguro de si mis barreras son mi voluntad de no avanzar. Movimiento significa dolor.”
También veía el desbordamiento de información desde su cerebro como algo que lo bloqueaba. Así que para él la siguiente frase era muy cierta, “Demasiada energía te bloquea.” Además dijo que las palabras eran demasiado importantes para él, y que nunca se había escuchado a sí mismo de verdad. Hicimos tapping en todo esto con resultados aceptables. Entonces él sintió que, de alguna forma, podría canalizar este desbordamiento en otras direcciones.
Hicimos tapping en avanzar y el miedo a hacerlo. Entonces fuimos a otra frase clave de la primera sesión, “Un yo perfecto… jamás se me tomó en consideración”. Esto estaba influenciado por su padre, y el «suceso de la estatua» surgió. Esto implicaba el hecho de ser malentendido, ya que el padre no quiso ver que el observar la estatua era una cualidad positiva más que un defecto. Hicimos tapping en esto hasta que era 0 en una escala de 0 a 10. Este mismo suceso contenía culpabilidad, puesto que se puso en peligro en esa ocasión. Hicimos tapping hasta que también se redujo a 0 de 10.
Entonces pasamos a otros sucesos en los que él “no se quería a sí mismo lo suficiente”; había unos cuantos. Usé la Técnica de Contar la Historia y mi técnica adaptada de “cambiar de voz” para ser concienzudo con cada uno de ellos. El padre de Daniel murió recientemente y no quiso decir «lo siento», ni siquiera incluso antes de morir. Esto fue un golpe demoledor para Daniel.
Al final de la segunda sesión su movimiento de atornillar o desatornillar era libre y sin interrupción, su voz había cambiado notablemente, y su estado de ánimo… auténticas sonrisas enormes por primera vez. Además, su apretón de manos… antes me daba miedo apretarle la mano, pero esta vez él apretó la mía antes de irse a casa.
Hemos tenido unas cuantas sesiones telefónicas después de esto. Volvimos a su cuerpo para verificar la fluidez de sus movimientos. Él tenía dolor en el lado derecho, sobre todo en las piernas. Esta vez la emoción era miedo. Sacamos a relucir otro suceso del pasado, y de nuevo hicimos tapping en ello. Había miedo y rabia en este suceso, en lo cual hicimos tapping.
Después nos dirigimos a su cuerpo e hicimos tapping para cambiar su postura. Cuando le pedí que se colocase en su nueva postura, él dijo que no podía, así que hicimos aún más tapping, hasta que finalmente pudo. Le pedí que valorase el grado de extrañeza que sentía con su nueva postura en una escala de 0 a 10, y dijo que era de 10 en 10. Hicimos tapping hasta que se redujo a 0 de 10. Esta nueva postura corporal le ayudó a acoger sentimientos de alegría y valor.
Concluimos la sexta y aparentemente última sesión, y ambos nos sentimos muy satisfechos con los resultados. Las enfermedades graves son una ruta gratificante. Puede que cueste más tiempo, pero proporcionan la misma sensación que alcanzar la cima de una montaña. Daniel continuará con el Procedimiento de Paz Personal, y me llamará cada dos semanas o cada mes.
Paz y Amor.
Eros Biasiolo
Traducido por Ana Saval-Badía Escribir a Ana