EFT: Mi Cura Alternativa y Recuperación del SFC/EM – AHEFT

AHEFT

Publicado: febrero 22, 2021

EFT: Mi Cura Alternativa y Recuperación del SFC/EM

En el siguiente artículo, comparto mi experiencia sobre cómo EFT curó mi condición debilitante por el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) que los doctores fueron incapaces de tratar. Ocho años después, sigo al 100% saludable. Desde la recuperación, me he especializado en tratamiento SFC, encefalomielitis miálgica (EM), y otras serias enfermedades y dolencias. Siento que EFT es particularmente valiosa permitiendo a los enfermos  gestionar sus propios síntomas, sintiendo una sensación de poder y control sobre sus circunstancias. Ofrezco, en un libro electrónico de bajo costo, un programa de recuperación para guiar a aquellos que deseen abordar el viaje por sí mismos. Visite www.thelife-clinic.com; La Clínica “La Vida” está fundada en Escocia, especializada en ayudar a personas con síndrome de fatiga crónica (SFC), EM, fibromialgia y fatiga adrenal.


Por Kelly Meisak

Traducido por Belén Noguerol, con permiso de EFTUniverse

Estaba bloqueada. Me había quedado pegada al suelo de la cocina de mi novio durante 10 minutos, incapaz de moverme. Habíamos tenido un día precioso. Hacía mucho tiempo que no salía de casa. Intentando animarme me llevó al cine a ver una película. Aparcó su coche junto a la sala de cine, para que yo no tuviera que andar mucho. Adquirimos dulces y palomitas de maíz y tazas de té caliente. Me sentía como si hubiera ganado la lotería. Me sentía casi normal, sentada en la oscuridad, llenando mi boca, con los pies posados en la silla de enfrente. Me acordé de lo que era ser normal. Solíamos hacer esto todo el tiempo.Resultado de imagen para cansancio dibujo

A mitad de la película, sabía que estaba llegando. El sudor empezó a abrasarme los poros. Mis miembros se entumecieron y se volvieron pesados. La sangre abandonó mi cara para hundirse en la planta de los pies. Estaba tan agotada que no creía que fuera capaz de levantarme. Con la ayuda de mi novio, me las arreglé para volver a casa. Nada más entrar, caí al suelo. No tenía ni un gramo de energía para moverme. Me senté en el frío suelo de la cocina, con mi cuerpo caído como el de una muñeca de trapo, demasiado exhausta para pedir su ayuda.

Ese fue el momento en que supe que estaba tocando fondo. Fue la primera vez que ni siquiera podía gatear. La primera vez que sentí que no quedaba nada más. Fue la primera vez que tuve que ceder porque no me quedaba absolutamente nada con que luchar – y era aterrador. Él me llevó arriba en brazos, como un bebé, y me acostó. Estuve así tres días, con apenas suficiente energía para ir al cuarto de baño.

Desafortunadamente, esa es la realidad del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC). Exige tanto de ti que a veces no encuentras fuerzas para luchar. Fui afortunada – encontré una técnica sorprendente que fue capaz de hacerme superar esos problemas de salud cuando nada había funcionado. Voy a compartir con ustedes cómo me las arreglé para recuperarme por completo, pero para que se comprenda necesito compartir el viaje.

En febrero de 2006, mi coche se descontroló y se estrelló violentamente contra unas barandillas. El coche estaba completamente destrozado, lo cual me dejó desolada, pero me sentí particularmente afortunada por haber escapado sólo con un pequeño latigazo cervical. Volví al trabajo al día siguiente, en la peluquería familiar, llena de energía. Una semana más tarde, sin embargo, mientras daba estilo al pelo de un cliente, me derrumbé. Nunca me había ocurrido algo así antes.

Desde ese día empecé a empeorar. Empecé a tener desmayos una o dos veces al día, rápidamente llegaron a ser cinco o seis. Sufrí vértigos, mareos constantes, sudoración y náuseas intensas, y un agotamiento que no sabía que existía. En los peores momentos, apenas podía caminar, y uno o dos minutos de pie hacían que me derrumbara. Mi vida se había hundido completamente.

Pasé de ser una animada estilista y gerente de un concurrido salón de belleza, llena de salud y alegría, al equivalente a una vieja mujer postrada en cama. A la edad de 19 años, fue un cambio mucho más rápido y brusco de lo que yo estaba dispuesta a aceptar. No iba a aceptarlo sin luchar. Consulté a diferentes médicos hasta siete veces. Visité todos los hospitales locales de la zona tanto como paciente interno como externo, con numerosas pruebas, incluso a tres hospitales especializados de la ciudad. Me sentía como si tuviera que luchar para hacerme oír y que me creyeran. Como puede imaginar, en el estado en que estaba salir del coche junto a las puertas del hospital me resultaba muy difícil y con el tiempo necesité una silla de ruedas. A veces, las exigencias de las pruebas del equipo de médicos me agotaban tanto que me confinaban en cama durante días. Me sentía como si no pudiera ganar.

Casi un año y medio después, después de luchar para ser tomada en serio, un especialista finalmente me diagnosticó Síndrome de Fatiga Crónica. Sin embargo, lamentablemente, el diagnóstico no significaba que yo pudiera recibir tratamiento. No había tratamiento conocido y me dijeron que la tendría el resto de mi vida. Por desgracia, el SFC y la encefalomielitis miálgica (EM) son a menudo un tema controvertido para la profesión médica. La mayoría de los médicos me dedicaba poco tiempo o no me respetaba y, a menudo, se me trató como a una hipocondríaca. Esto me causó una gran vergüenza y confusión pues yo lo sentía muy real y traumático. No sólo tenía que sufrir esta terrible enfermedad, sino que también tenía que hacer frente a todo el escepticismo y la duda de los doctores a los que les pedía me curaran. La sensación de depender de otra persona el resto de mi vida era como estar en el corredor de la muerte. Ellos no me iban a curar y yo estaba harta de suplicar.

Tomé el control de mí misma. Con absoluta desesperación, probé todo: Quiropráctica, Terapia Bowen, Suplementos de Hierbas, Acupuntura, Programación Neuro-Lingüística, Terapia Cognitivo-Conductual y la Terapia Mickel, entre otros. Algunas consiguieron pequeñas mermas en mi estado mientras que otras nada, pero continué buscando, un poco obsesivamente. No podía vivir atrapada así. Yo era muy consciente de que tenía mi salud en mis manos y que si no hacía algo al respecto, nadie más lo haría. En cierto modo, disfrutaba la búsqueda; me daba sensación de esperanza. Me daba algo que hacer.

Llené mis días con Autoayuda y libros de Terapias Alternativas. Eso mantuvo mi mente activa y productiva. Sólo ahora me doy cuenta de lo importante que era en realidad. Llegué a caer en una espiral descendente, hacia una profunda depresión. Yo era nadie, no era nada. Sentía que fuera de las cuatro paredes donde vivía era esencialmente inexistente. Que yo no contaba. Puede que nadie se diera cuenta de que me había ido. En esos momentos sentía un profundo miedo, y puedo decir honestamente que si no hubiera sido por mis seres queridos cercanos, creo que habría perdido la razón de mi existencia. Odio decir estas palabras, pero, por desgracia, fue una parte real del camino.

Inesperadamente, advertí que EFT (Técnicas de Liberación Emocional) había estado apareciendo ante mí con bastante frecuencia. Lo había ignorado durante algún tiempo, porque había tenido la impresión de que era algo religioso y que no me interesaba. Un día, mientras mi hermana empujaba mi silla de ruedas en una librería, me encontré en un lugar conocido: la sección de mente, cuerpo y espíritu. Estuve buscando para ver lo que aún no había leído cuando apareció EFT otra vez, sobresaliendo impertinentemente respecto a los otros libros. Cedí, cogí el libro de EFT, y eché una ojeada a la cubierta posterior. Algo lo atrajo hacia mí. Aunque no tenía suficiente dinero para comprar más libros, algo me rogó que lo llevara a casa.

Una vez en casa, lo investigué en seguida. Me atrapó con tanta fuerza que apenas podía leer lo suficientemente rápido. No quería engañarme a mí misma y dejarme llevar por algo demasiado bueno para ser verdad; cada una de las otras terapias las había comenzado con gran confianza en que esa sería “la eficaz”. Fui directamente al método, lo leí varias veces, recordándome a mí misma no emocionarme demasiado, viendo una oportunidad para tratar la ansiedad que me había embargado incluso mucho antes de que comenzara mi enfermedad.

Al principio pensé que estaba loca. Definitivamente, había notado una diferencia. Me preocupó que, quizás, estaba tan desesperada por una cura que de alguna manera lo había imaginado. Lo comprobé una, dos y hasta tres veces. Definitivamente esta técnica había producido un cambio.

El método se convirtió en una práctica diaria y mis síntomas comenzaron a mejorar inmediatamente. Me he centrado principalmente en mis emociones diarias (que a menudo se intensifican en los pacientes con SFC / EM). No me había dado cuenta de que la liberación del pánico, de la ansiedad, de la culpa, del miedo, diariamente, podía mejorar mi estado general. Ello me permitió darme cuenta de algunos rasgos interesantes sobre mí misma (que he comprobado comunes en mis clientes en esta situación). Se hizo evidente para mí que las emociones amplificadas fueron la causa de gran parte de mi enfermedad. Casi nunca expresaba mis verdaderos sentimientos por temor a molestar a alguien o ser juzgada o criticada. Encontraba extremadamente difícil decir no. Mi carrera era un bola de nieve en una dirección que no disfrutaba ni quería. Me había esforzado muy duramente para lograr el éxito y me juzgaba a mí misma un millón de veces más severamente que cualquier otro haría. Todo se desmoronaba. No estaba expresando mi verdad. Era como si mi cuerpo estuviera diciendo: “¡Bueno, si tú no vas a decir que no, yo lo haré!”.

Cada día calmaba el caos de tormenta emocional que me había atormentado mucho tiempo antes de caer enferma. (He advertido que estas condiciones son el resultado de un estrés prolongado y generalmente un motivo desencadenante, tras el cual la salud nunca se recupera). A veces sentía que la tormenta se calmaba. Entonces trabajé con todos los motivos que me habían estresado antes de enfermar, usando técnicas como Contar la Historia, la Re-impronta Matricial en el trauma clave (el accidente del coche). Era inconsciente en aquel entonces de cómo el Tapping estaba afectando directamente a mi respuesta al estrés y bajando la hipersensibilidad a niveles normales. Creo que éste es el aspecto fundamental de EFT, que lo hace especialmente eficaz para tratar SFC y EM. A menudo me he encontrado con clientes que calmando su respuesta al estrés (resolviendo en primer lugar cosas que les agobiaban) encuentran el secreto para una recuperación duradera.

Durante los siguientes meses, trabajé gradualmente para conseguir por mí misma una salud completa. En 4 meses conseguí la recuperación total. Tengo la sensación de haber vivido un verdadero milagro. Darme cuenta de que todo el tiempo tenía el poder y la capacidad para curarme a mí misma fue una sensación poderosa y maravillosa. Inspira la idea de un propósito dentro de mí. Apareció en mi camino. Yo no estaba destinada a ser peluquera; estaba destinada a ser una sanadora. Supe que si podía ayudar a otros a tener la misma experiencia que yo, realmente estaría haciendo un trabajo magnífico con mi vida. Yo podría crear un cambio.

Parece tan lejano ahora, y aunque la experiencia haya sido una de las situaciones más difíciles que haya tenido que afrontar, me gusta pensar en ello como un curso acelerado en el que me he equipado con herramientas para ayudar a otros a emprender el mismo camino. Parece que, de alguna manera, usted y yo estemos entrelazados. No importa en qué etapa del viaje se encuentre usted, quiero que sepa que no es para siempre. Con toda seguridad y sin la menor duda, se puede cambiar.

   

Artículos Relacionados

EFT para el temor al cáncer de mamá – AHEFT

*Hola a todos y todas,* * * *La Dra. Kiya Immergluck utiliza EFT para ayudar a una clienta con sus temores intensos. Ofrece esta perspectiva hacia el final de su artículo, «Molly cree que EFT «curó» s…