Mientras que trabajaba para una organización que entrega almuerzos a ancianos no ambulantes, a menudo traigo a mi hija de cuatro anos en mis rondas de la tarde.
Ella estaba muy cautivada con los equipos de edad avanzada, particularmente los bastones, las ayudas para caminar y las sillas de ruedas.
Un día la encontré mirando fijamente un par de dientes falsos sumergidos en un vaso de agua. Cuando me preparaba para el inevitable montón de preguntas, ella dió la vuelta y susurró simplemente, «¡El ratón de dientes nunca creerá esto!»
Autor Desconocido
Traducido por Nidza Busse