Sin gasolina porque un monje nos necesitaba – AHEFT

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Publicado: febrero 20, 2021

Sin gasolina porque un monje nos necesitaba

Francisco Javier Gomez Solorio nos cuenta lo que les pasó a él y un compañero al volver de dar un curso de EFT. La solución a su problema siempre la tenían, pero si lo hubiesen pensado antes, no habrían llegado a ayudar a un monje que les necesitaba. Es curioso cómo Dios nos lleva a donde tenemos que estar. Escribir a Fco. Javier y visita el sitio web de Javier.

Envio este relato de lo que me sucedio viniendo de tijuana de dar el curso de EFT en el centro oncologico.

Salimos de Tijuana y ya al llegar a la ultima caseta nos damos cuenta que no traemos gasolina, nos regresamos al poblado de la rumorosa y… que no hay gasolina!!!

Según nosotros no teníamos suficiente gasolina para llegar a Mexicali. Joaquin me dice: “Vamos a pedir gasolina a los monjes.” Y ahí vamos. Llegamos al monasterio de los monjes Guadalupanos del Cristo Rey ya a medianoche. Se levantan y les pedimos gasolina. Nos ofrecen quedarnos a pasar la noche porque para esto ya era casi la una de la mañana; total que nos quedamos a dormir ahí en el monasterio.

Ya por la mañana nos levantamos a eso de las ocho de la mañana y vemos que a los vehículos de ellos no se les puede sacar gasolina por equis cosas que impiden hacerlo. Total alguien va a ver si ya llegó la gasolina al poblado. Se regresa y dice que aún no hay, que llega “en media hora”.

En eso estamos cuando dos de los hermanos dicen, “Se quedan en su casa. Vamos al doctor a Mexicali.”

Entonces le pregunto al hermano Pedro qué tenía; “Tengo un daño en los riñones.” Le comenté: “Si tienes un daño en los riñones, debes tener un problema o algún asunto por resolver con un hermano.”

Medio incrédulo me dice: “No tengo ningún hermano con el que tenga problemas. Estoy mal de los riñones desde los 10 años y en ese tiempo no los conocía a ellos.” Él se refería a sus hermanos del monasterio, y le dije, “No hermano, de la orden no. Hermano carnal.”

Y, aumentando su incredulidad me dice: “No puede ser. Estoy mal de los riñones desde los 10 años, pero empecé con este problema desde los 7 años. Además, no tengo ningún hermano, yo nací sietemesino y era cuate. Al nacer, él murió. Nunca lo conocí, así que no puede ser que haya tenido problemas con él.”

Luego me enseñó sus manos. Están muy hinchadas por la retención de agua y sus pies le ardían como si estuviera en un comal y le expliqué: “No sé por qué batallas tanto, si tu cuerpo te esta gritando. Te envía agua, que es el símbolo principal de la vida. Sin agua no hay vida, ahí estuviste nadando con tu hermano y las manos las usas para tomar, crear y resolver. Ahora estás recibiendo todas las señales para que resuelvas esto, para que lo arregles. Arregla esto de tu vida.”

Yo crecí en Mexicali, que en verano hace hasta 46-52 grados. Cuando éramos niños era muy común andar descalzos. Íbamos a la tienda a tres cuadras, con la tierra caliente, pues en ese tiempo no había pavimento. No podíamos detenernos; detenernos significada prácticamente asarnos los pies. Ponerlos en el comal, como dijo él, era correr y correr hasta la sombra de los postes de la energía eléctrica, una línea de sombra donde descansábamos del “comal” que era la tierra, hasta la siguiente “sombrita.” En pocas palabras, había que moverse, había que correr para no quemarse, cuando me dijo que sus pies le ardían como si estuviera en un comal, pensé: debes moverte a resolver esto, hazlo rápido.

Entonces procedí a explicarle: recuerda que te dije que tenías un asunto por resolver… y es ese asunto: de alguna forma no se ha resuelto el hecho que él te “abandonó.” Sólo piensa en esto: él estaba en el paraíso contigo, latían sus corazones juntos, estaban ahí los dos, recibiendo el alimento de su madre y en estrecha comunicación. Todos los nueve meses él estuvo ahí, tal vez hasta algún tipo de comunicación muy estrecha tuvieron y de pronto se fue, no volviste a saber de él.

Todo estuvo ahí guardado, pero a los siete años, que es más o menos la edad en la que empiezas a tener conciencia, empieza a exacerbarse lo de los riñones, (dos riñones, lado izq. y derecho, iguales; o sea “hermanos”).

Además fue muy significativo para mí que el principal miedo era el miedo a la soledad. Desde sus primeras células hasta que nació estuvo acompañado y de pronto, sólo. Cuando le expliqué esto, aceptó trabajar con EFT, y empezamos:

Aunque me sentí abandonado por mi hermano, me amo y me acepto. (varias rondas)

Aunque extraño mucho a mi hermano, me amo y me acepto. (otras varias rondas)

Aunque mi hermano me dejó y me siento muy solo, me amo y me acepto. (varias rondas)

Tocamos varios temas relativos a sentirse solo, abandonado, y con miedo por estar sin su hermano. Luego procedimos al perdón de su hermano, al perdón de él mismo por creer que su hermano lo abandonó y al perdón de sus padres por lo que pudiera ser. Y algo muy importante; pedirle perdón al hermano por si pasó algo ocasionado por él que haya resultado en su desaparición.

Cuando terminamos, sus manos ya no estaban hinchadas y la sensación de ardor de la planta del pie había desaparecido completamente. Le comenté que tuviera sus reservas y que de todos modos acudiera al doctor para que lo revise.

Después nos vamos a la gasolinera y… que no hay!!!”

Nos dice el empleado lo mismo: “Llega en media hora.” Le preguntamos si está seguro y nos dice que no. Que “puede llegar en media hora… o en el transcurso del día.”

Total, ahí estamos y me dice Joaquin, “Nos vamos y bajo la rumorosa en neutral y a ver cómo nos va.” Total que recorremos toda la rumorosa y cruzamos la laguna salada y llegamos hasta la gasolinera de la colonia progreso, en las afueras de Mexicali. Cuando llegamos aún traíamos un poco de gasolina. Llenamos el tanque y a la casa. Y ahora pienso: ¿creímos que no traíamos suficiente gasolina para llegar a Mexicali porque el hermano monje nos necesitaba? ¿Cómo la ven?

Un abrazo

Fco. Javier Gomez Solorio.

Mexicali BC, México

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